Si nos pusiéramos un poco en la piel del animal entenderíamos lo lejos que estamos de sentir realmente lo que el caballo percibe del mundo al que lo obligamos a vivir, un mundo lejano a su naturaleza o para lo que fue realmente diseñado.
Desde hace unos años, debido a la presión de etólogos y amantes de la doma natural, los manuales hípicos han empezado a dedicar algunas páginas a los aspectos de la psicología equina relevantes en la colaboración entre jinete y caballo.
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