Los celtas acostumbraban a regalar un caballo a la persona
de la comunidad que había sufrido la pérdida de un ser querido porque sabían
que la ayudaría a sanar la ausencia y, además, creían que el caballo era
mensajero entre los dos mundos.Muchos pueblos entendieron que el caballo era más que un
animal a su servicio para la guerra, el transporte y el trabajo. En algunas
culturas lo elevaron al estatus de divinidad. Durante milenios, estos animales
han demostrado a los humanos que su presencia y compañía causan grandes cambios
anímicos. Sin embargo, su función terapéutica nunca había sido objeto de
estudio de la ciencia, hasta mediado del siglo XX, cuando empezó a
utilizarse para rehabilitación de diferentes enfermedades que involucraban
discapacidad física y psíquica.
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